1. Por tu vocación.
Siempre he defendido la idea de que la docencia es una profesión
claramente vocacional. Los docentes vocacionales son aquellos que no
viven sólo de su trabajo, sino que hacen de su trabajo una parte
esencial de sus vidas, porque viven la profesión día a día, sesión a
sesión.
2. Por tu dedicación. Ser
docente exige una enorme dedicación. Aquellos que entendemos la
docencia como un modo de vida, somos conscientes de que nuestro oficio
no acaba con las sesiones lectivas. Todo lo contrario. Muchas son las
horas que pasamos en nuestras casas y en nuestros centros intentando ser
mejores docentes, reinvéntandonos y formándonos constantemente.
3. Por tu proximidad. Para
mí la cercanía de un docente con sus alumnos es un factor fundamental a
la hora de dejar nuestra huella en esta profesión. Y reconozco que no
es algo fácil. En mi caso creo que debemos ser personas cercanas y
accesibles y hacer ver a nuestros alumnos que les acompañamos en su
proceso de enseñanza-aprendizaje.
4. Por tu empatía. No
hay profesor que deje huella en sus alumnos que nos sea empático. Tener
la capacidad de ponerse en la piel del otro es una cualidad que desde
siempre he valorado enormemente en esta profesión. De hecho, ser
empático tiene mucho que ver con ser cercano y accesible.
5. Por saber escuchar. Los
profesores que no se olvidan son aquellos que no oyen, sino que
escuchan. El buen docente es aquel que en lugar de oír a sus alumnos es
capaz de escucharlos, y de escucharlos de forma activa, mirando al
alumno a los ojos, dejando lo que estaba haciendo para centrarse en ese
alumno, asintiendo con la cabeza para demostrarle que lo que ese alumno
le está diciendo a nosotros nos importa tanto como a él.
6. Por ser resilente. Es
inevitable que a lo largo de nuestra trayectoria como docentes nos
hayamos topado en algún momento con algún hecho que ha afectado
negativamente a un alumno o a un grupo. La enfermedad, la marcha de un
compañero, la pérdida de algún amigo, la muerte de un familiar… Son
momentos en los que los docentes debemos mostrar más que nunca nuestra
capacidad de ser residentes, de mostrar nuestra capacidad de poder
superar entre todos los momentos difíciles, hacerles frente y hacerlo
con la mayor honestidad posible. El buen docente hace de estas
circunstancias una gran oportunidad para enseñar a sus alumnos lo que la
vida les deparará fuera de las paredes de un aula.
7. Por dar ejemplo. En
muchas ocasiones no somos conscientes de la influencia que ejercemos en
nuestros alumnos. Son muchos los momentos que pasamos con ellos. Es por
ello que debemos tener muy en cuenta en todo momento que nuestra forma
de ser, de vestir, de ver el mundo, de comportarnos debe ser en todo
momento ejemplar, porque de nuestros actos se nutrirán muchos de
nuestros alumnos en un futuro.
8. Por ser amable. Siempre
he tenido claro que nunca hay que enseñar desde el miedo, sino desde el
respeto y la amabilidad. Muchas veces enfocamos de una forma errónea lo
que se enciende por respeto. El respeto se puede enseñar de muchas
formas, y la más efectiva se centra en cómo tratamos nosotros a nuestros
alumnos. Si enseñamos desde el miedo, no nos ganaremos su respeto, sino
su miedo. Por el contrario, si somos capaces de enseñar desde la
cortesía y la amabilidad, les daremos a conocer una pauta de actuación
que les servirá también fuera de su centro escolar.
9. Por ser divertido. Siempre les digo a mis alumnos que nunca hay que reírse de, sino reírse con.
Siempre he defendido la risa y la diversión como un arma tremendamente
efectiva a la hora de enseñar. La diversión en el aula, el saber reírse con,
es una forma de rebajar la tensión en el aula, de realizar una
transición entre una actividad y otra, de crear un clima de trabajo
distendido, de conocernos mejor entre todos. Se puede y se debe enseñar
divirtiendo.
10. Por enseñar a aprender. Cada vez tengo más claro que los docentes estamos en las aulas no para enseñar, sino para que nuestros alumnos aprendan a aprender.
Fomentando el trabajo cooperativo lo que haremos es sustituir la clase
magistral en la que sólo el docente enseña, por una clase cooperativa,
en la que todos aprendemos de todos, empezando por nosotros mismos.
11. Por ser creativo. Think different fue
el eslogan que la compañía Apple lanzó en 1977. Es un eslogan que me
gusta tener presente en mis clases, porque simple he defendido la idea
de que siendo creativos, podremos enseñar a nuestros alumnos a ser
diferentes a ser especiales a ser ciudadanos excepcionales. Aquí teneís
una versión reducida de lo que nos querían transmitir con su mensaje el
eslogan de la marca Apple:
“Por
los locos. Los marginados. Los rebeldes. Los problemáticos. Los
inadaptados. Los que ven las cosas de una manera distinta. A los que no
les gustan las reglas. Y a los que no respetan el “status quo”. Puedes
citarlos, discrepar de ellos, ensalzarlos o vilipendiarlos. Pero lo que
no puedes hacer es ignorarlos… Porque ellos cambian las cosas, empujan
hacia adelante la raza humana y, aunque algunos puedan considerarlos
locos, nosotros vemos en ellos a genios. Porque las personas que están
lo bastante locas como para creer que pueden cambiar el mundo, son las
que lo logran.”
12. Por saber adaptarse. Los
docentes vamos superando curso académico tras curso académico. Vamos
haciéndonos mayores, pero nuestros alumnos siempre tienen la misma edad.
Es por ello que resulta fundamental que con el paso de los años
tengamos la capacidad de adaptarnos a los que nos pide la sociedad,
porque esta adaptación nos permitirá entender y conectar mucho mejor con
nuestros alumnos.
13. Por ser coherente. Todos
sabemos el sentido de la justicia que tienen nuestros alumnos. Pues
bien, este sentido de la justicia también debe aplicarse a nuestro día a
día en las aulas. Creo que no hay mejor forma de ganarse el respeto de
nuestro alumnos que no sea siendo coherentes con lo que somos y lo que
transmitimos.
14. Por saber integrar.
No existe una Educación que no pase por la defensa de una Educación
Inclusiva. Y no hay docente que sea capaz de dejar huella que no sea
sensible a la defensa de una Escuela en la que todos los alumnos, sin
excepciones, tienen cabida. Porque incluso de ellos nosotros tenemos
mucho que aprender.
15. Por saber inspirar.
Si enseñamos a aprender, entonces seremos capaces de inspirar. Y si
somos capaces de inspirar, será entonces y sólo entonces cuando dejemos
una huella imborrable en nuestros alumnos.
16. Por no rendirse. Muchos
son los días que no nos planteemos por qué hemos elegido esta
profesión. El desgaste físico y emocional es enorme y nos hace
plantearnos si hemos elegido correctamente. Yo os digo que dudar de
nuestra profesión es un aspecto enormemente positivo, porque la duda al
final nos hace más fuertes y nos da la convicción deque somos una pieza
clave para cualquier pueblo, para cualquier sociedad.
17. Por motivar. Hay una expresión que me gusta mucho aplicar en mis sesiones lectivas y es la del refuerzo positivo incondicional.
Creo que motivar a nuestros alumnos pasa por explotar al máximo sus
capacidades. por transmitirles seguridad, por hacerles creer ni que sea
por un instante que ese es su momento, que son especiales. Dad a
vuestros alumnos gratitud y os la devolverán por duplicado.
18. Por recordar. No
hay buen profesor que se preste que no tenga buena memoria. Recordar los
pequeños detalles, las anécdotas, las confidencias que nos han
transmitido nuestros alumnos tiene un enorme valor para ellos y debemos
ser capaces de aprovecharlo para calar en sus corazones.
19. Por orientar. Este
apartado va dirigido especialmente a los tutores que con su esfuerzo y
dedicación se entregan a sus tutorandos. La acción tutorial es un
elemento clave a la hora de mostrar lo mejor de nosotros, de demostrar
lo mucho que nos importan nuestros alumnos. La tutoría se ha convertido
en una oportunidad excelente de tender puentes entre la Escuela y la
Familia y los tutores somos la pieza clave para que en este puente los
alumnos puedan caminar desde la ayuda y la confianza.