Como los grandes cuentos de hadas, la historia de Ferrin nació de la casualidad un domingo, el 15 de junio de 1969. un día cualquiera para todos, menos para el que por aquel entonces era un joven italiano con poco trabajo y mucho tiempo libre.
A primera hora de la mañana se cargó con dos botas de vino –una de blanco y otra de tinto–, seis kilos de salchichas italianas y un pequeño hornillo. buscó el cobijo de la sombra de un árbol y se sentó a esperar a los primeros clientes, que no tardaron en llegar. en menos de tres horas había vendido todas sus existencias, así nació el mito de ‘ai pioppi’.
El siguiente paso fue crear una estructura para permitir que sus clientes comiesen cómodamente. habló con un soldador del pueblo. “el viejo me dijo que no tenía tiempo, que encendiera la máquina y lo hiciera yo mismo”, recuerda ferrin con cariño.
De aquella inusual experiencia nació una pasión por malear el metal fundido que le llevó a construir un pequeño columpio con el que hacer felices a los hijos de sus clientes. con el tiempo fue complicando sus creaciones y hoy ai pioppi sorprende a quienes lo visitan con un pequeño parque de atracciones único, con noria, montaña rusa o tirolina totalmente artesanales y hechas a mano por ferrin a lo largo de cuatro décadas.
En este vídeo se puede ver mejor el parque en sí y sus atracciones y la verdad que ¡mola un montón!
Fuente: idealista
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