Querido Papá,
Te escribo esta carta para agradecerte por haber golpeado a mamá. Te debí haber escrito hace mucho tiempo, pero tardé en darme cuenta de lo afortunada que soy por la forma en que me tocó crecer. Solía envidiar a todos mis amigos que tenían familias “normales”. Con padres que rara vez discutían, donde tenían cenas familiares todas las noches a la misma hora, y donde el ruido de fondo era el del sonido de los cubiertos tocando los platos de porcelana. En nuestro departamento, incluso cuando prendíamos el televisor mientras comíamos nuestra comida de microondas con cubiertos de plástico, el ruido más fuerte siempre fuiste tú. Ahora agradezco todas las noches en las que llegaste borracho y haciendo escándalo.Gracias a ti, jamás voy a salir con alguien que beba demasiado o grite muy fuerte. Agradezco cada vez que el llanto de mi mamá me mantuvo despierta. Gracias a ti, jamás me voy a casar con alguien que no me haga feliz. Agradezco el haber podido ser testigo de lo difícil que fue para mamá irse de casa.
Eras tan encantador cuando estabas sobrio… y pedías perdón con una convicción que hasta tu mismo creías. Gracias a ti, sé que la frase “lo siento” no es más una par de palabras que se usan por conveniencia, y dos palabras jamás serán suficientes para que me quede donde no debiera quedarme. Cuando veo cómo mis amigas ignoran las señales que se muestran una otra vez, te agradezco por haberme mostrado cada una de ellas.
Quiero agradecerte porque ya no me queda espacio para odiarte. Mi hermana mayor todavía no logra llegar a ese punto, y ese dolor la acompaña en todo momento, lugar y relación. He visto los efectos que tiene el aferrarse al pasado, y es por eso que he decidido dejarlo atrás. La violencia doméstica es un mal transversal a las generaciones; tú la aprendiste de tu padre, y a su vez él la aprendió de tu abuelo, pero en nuestra familia quiero ser yo quien acabe con el ciclo.
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