Aquí os dejo una interesante reflexión de una madre que pide a la gente que no le digan a su hija "qué guapa estás", porque cree que puede que esto haga que en el futuro crezca y se obsesione por estar siempre guapa y agradar a los demás. ¿Qué pensáis?
No digáis a mi hija que está bonita, por favor. Conste, que tengo una
hija preciosa. Puede ser amor de madre, o no, pero que mi hija es más
que bonita, lo tengo clarísimo.
Si nos encontramos con amigos, llegamos a algún evento social, o
simplemente pasamos por el supermercado, la gente al ver a la peque le
dice con todo cariño “qué niña más bonita” o “qué bonita estás”. Algo
que creo que oímos la mayoría de madres, e incluso nos enorgullecemos de
ello. Sin embargo, desde que soy madre de la famosa parejita, soy
consciente de algo que no había percibido hasta entonces. Cuando es
al benjamín de la familia al que ven, escuchamos comentarios como “qué
espabilado se le ve” o “qué energía tiene”. No es que tenga un hijo feo,
o que la peque sea más bonita que su hermano. Sé, y no solo
por opinión propia, que ambos peques se parecen y mucho. ¿Será entonces
que mi hija no es tan espabilada como su hermano, o tiene
menos energía? Difícil de creer, sobre todo cuando ella suele estar
dando botes, bailando o saltando en la mayoría de ocasiones, mientras su
hermano le mira embelesado como si quiera memorizar y aprender cada uno
de los movimientos de su hermana.
¿Entonces, por qué le dicen a mi hija que es bonita y no tanto a mi
hijo? Creo que a estas alturas todos estamos pensando lo mismo, y puede
que creáis que estoy planteando una obviedad. Yo misma tengo claro que
esta reflexión tiene una respuesta bastante evidente. No obstante, no
por ser evidente me parece que sea el camino correcto. Más bien al
contrario. Vivimos en una cultura en la que la presión social sobre la
mujer para que trate de alcanzar unos cánones de belleza establecidos es
innegable. Una realidad social en la que parte de las obligaciones de
una mujer parecen ser cuidar su imagen y estar bonita.
Hace semanas que mi hija me pregunta tras vestirse, “¿estoy bonita?”.
Al escucharle, se me ponen los pelos de punta. Tiene poco más de tres
años y ya tiene interiorizada la idea de “estar bonita”. ¿Cómo es
posible? Lamentablemente, muy fácilmente. Nada como escuchar
continuamente un “¡qué bonita estás!” acompañado de una sonrisa y de un
gesto de aprobación.
Quisiera poder borrar esa pregunta de su cabeza, que desaparezca para
siempre. Gritar fuerte y claro, al mundo entero, y especialmente a
ella: “hija, no estás bonita, eres bonita. Más aún, eres preciosa.
Siempre. Da igual la ropa que lleves, da igual si acabas de arreglarte o
estas recién levantada de la cama. Eres preciosa porque tienes unas
cualidades humanas y una actitud ante la vida que te hacen ser preciosa:
luchadora, bondadosa, empatica, y muchas otras cualidades bonitas”.
Pero yo sola no puedo borrar esa pregunta de su cabeza. Nunca lo
lograré si los demás continuáis diciendole que está bonita. Por eso, os
pido ayuda. Os pido que por favor dejéis de decir a mi hija que está
bonita. Las palabras de alabanza y los mensajes positivos son clave para
que los niños crezcan con una fuerte autoestima y se desarrollen
felices. No tengo duda de ello, y soy la primera que pone en práctica
esta idea. Pero si la autoestima de una niña se basa en si otros la ven
bonita o no, estaremos perpetuando la idea de los cánones de belleza y
la obligación de que las mujeres cumplan con
paradigmas estéticos preestablecidos, además de limitar su valor a
determinada apariencia.
Habrá a quien le parezca que saco las cosas de quicio, o quien me tome por histérica como pasó con este otro post.
Pero yo prefiero tomar medidas ahora que la peque aún no está inmersa
en las presiones sociales que antes o después percibirá. No podré evitar
que lea revistas, que vea la televisión, etc. Ni pretendo hacerlo. Pero
sí pretendo que cuando llegue ese momento, ella tenga claro que es
bonita, o mejor dicho, preciosa. Y que lo es y siempre lo será,
independientemente de lo que vista, de comó se peine, etc. Y para ello,
necesito que me ayudéis, porque vuestras palabras tienen tanto impacto
como las mías en su autoestima y en sus creencias.
Así que, por favor, no digáis a mi hija que está bonita. Decidle que
es bonita, o preciosa. Que lo es porque es luchadora, bondadosa,
persistente, curiosa, empática, o cualquier otra cualidad
que apreciéis vosotros en ella. Y si sois madres/ padres de un niño, por
favor hacedles ver que las niñas son tan bonitas, luchadoras,
valientes, tenaces, sentimentales y cualquier otra cualidad humana, como
ellos. Tal vez así, en unos años nadie tenga que pedir a nadie que no
digan a su hija “estás bonita”.
Si este mensaje os parece importante a vosotros también, compartidlo
si queréis con quienes rodeen a vuestros hijos. Entre todos podemos
lograr que algunas “formas de hablar preestablecidas” cambien, y con
ellas también ciertas creencias, y que así nuestros hijos crezcan más
felices y seguros de sí mismos.
¡Un besazo!
Fuente: masalladelrosaoazul
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