Aquí os dejo un fragmento del primer capítulo de mi libro "Las aventuras de un profesor novato" donde cuento mi experiencia de mis primeros años como profe donde lo pasé mal sin nadie que me dijera cómo controlar el aula, cómo ganarme al líder de la clase, cómo hacer atractiva mi asignatura, cómo motivar a mis alumnos, etc.
Mi idea ha sido ayudar a los futuros profesores para que tengan unos consejos donde poderse apoyar, algo que me hubiera gustado tener a mí de mano de alguien que ha pasado ya por lo que yo y que me dijera lo que le vino bien y lo que le vino mal, y así no pasarlo tan mal.
— ¡¡Ring ring!! ¡¡Ring
ring!! ¡¡Ring ring!!
¡¡Ring…!!
—Ya
vale hombre… —murmuro entre sueños apagando la alarma de mi móvil.
Son las 07:00 de la mañana del 15
de Septiembre de 2010. Hoy es mi primer día como profesor. Faltan dos horas
para mi primera clase y estoy temblando de miedo. No he dado clase antes, es mi
primera vez y hoy empiezo mi primera sustitución. Hace dos días tuve la
entrevista y me ofrecieron cubrir una baja de una profesora de Matemáticas que
se ha roto la pierna y va a estar unos meses de baja. Ayer me dieron los libros
de 3º ESO, 4º ESO y 1º BACH y me dijeron que hoy empiezo dando nada más y nada
menos que seis clases. Es la primera vez que doy clase en mi vida y estoy
cagao. Soy de esas personas que le gusta tenerlo todo preparado y controlado y
no sé qué voy a hacer cuando esté delante de 30 adolescentes mirándome y
fijándose en cada cosa que digo, cada gesto que hago, de qué marca es mi ropa y
cómo contesto a sus vaciles.
No quiero ir, tengo miedo, me
quiero quedar aquí en mi cama sin tener que enfrentarme a nadie… Me dan miedo
los chicos, me da miedo qué pensarán, si me equivoco, si se ríen de mí, si me
quedo en blanco…
Después de disfrutar un verano
fantástico había empezado a echar currículums en todos los colegios concertados
y privados de Madrid, ya que la oposición la hice y no me la preparé apenas por
lo que no me salió muy bien… Hacía tres días me había llamado una monja de un colegio
de Hortaleza para ver si podía ir a hacer una entrevista con ella.
Allí me presenté yo y de
entrevista tuvo muy poco la cosa, ya que ella ya daba por hecho que me quería
allí y no me preguntó apenas nada. Era una señora de unos 55 años, pelo corto y
canoso con aire serio. Me comentó básicamente que me querían allí para hacer
una sustitución como profesor de Matemáticas de tres cursos de 3º ESO, tres
cursos de 4º ESO y un 1º Bachillerato de dos o tres meses de duración porque la
profesora anterior se había roto una pierna e iba a estar de baja un tiempo.
Yo, lógicamente, acepté.
Hortaleza no es una zona mala que digamos, me pillaba como a 30 minutos en
coche de casa (que para ser Madrid no está nada mal) y al ser concertado no me
iban a pagar mal tampoco.
La monja me dijo que fuera al día
siguiente al colegio a recoger los libros, horario, cuaderno del profesor y
demás, y allí me presenté yo al día siguiente. Ese día en que fui a recoger los
libros fue un día antes de empezar las clases, con mi consecuente agobio porque
no me iba a dar tiempo a preparar las clases…
El día que fui a recoger mis
libros, un compañero me soltó encima de la mesa el libro de 3º ESO, el de 4º
ESO y el de 1º BACH de Matemáticas junto
con el cuaderno del profesor y poco más…
me dijo: “Mañana empezamos, mucho ánimo”.
Claro,
yo, que todavía no lo he dicho, soy ingeniero informático, sí, de los frikis
que se tiran programando cinco años en la carrera. Me licencié en Ingeniería
Informática y, a pesar de que no me convencía mucho, me puse a trabajar en una
empresa. Aunque la empresa era de biometría y de detectar a las personas a
través del iris del ojo y de las venas de la mano, rollo Misión Imposible, a mí
ese trabajo no me gustaba. No me llenaba. No me veía en 10 años trabajando en
informática, o al menos no de esa manera. Era un trabajo muy frío, todo el rato
delante del ordenador, sin contacto con las personas, no era lo mío. Y, para el
que no haya programado nunca, decir que es un trabajo bastante frustrante ya
que te puedes estar comiendo la cabeza de porqué el programa que tú has hecho
no hace lo que tú quieres que haga porque se te ha olvidado poner un paréntesis
en un sitio determinado, o porque no has puesto un punto y coma en otro. Y a lo
mejor para encontrar ese fallo te tiras una hora y resulta que simplemente era
eso…Y más frustrante es cuando los clientes que te piden cambios en las
aplicaciones que les haces no saben el esfuerzo que supone que esta pantallita
en vez de este tamaño, tenga este otro, o que en vez de mostrar los usuarios de
una forma, los muestre de otra…
En fin,
que me lío y no voy al meollo en cuestión. Total que un día de los que estaba
trabajando de informático decidí dejarlo y hacerme profesor. Fue una época de
mi vida en la que estaba haciendo un Máster de Inteligencia Emocional y esto me
hizo ver lo que realmente yo quería hacer en mi vida. No era feliz con mi
trabajo de informático y tenía que cambiar si quería trabajar en algo que me
llenara cien por cien. Así que hice lo que antes era el CAP y ahora es el
Máster de Profesorado en Secundaria y Bachillerato (del que hablaré en otro
momento, ya que me pareció una chapuza). Si eres Licenciado y haces este
Máster, puedes trabajar de profesor de secundaria y bachillerato… ¡tócate las
narices! Pero bueno, así es.