Esta semana he visto algo que me ha inquietado mucho porque he temido verme reflejado dentro de diez años.
Yo
iba en la moto hacia la facultad y en un semáforo, yo que soy muy
cotilla, me he fijado en el coche de al lado. Un padre, su hijo a la
izquierda y su hija en el asiento trasero. No tengo la certeza pero en
mi película mental he imaginado que era un padre con sus hijos
adolescentes.
Como
buen cotilla no me quede observando solo lo superficial, lo que me
sobresalto fue descubrir que sus dos hijos iban con cascos en las
orejas!! Que triste!! Un padre acompañando a sus hijos al colegio y
ambos escuchando su propia música. Tres personas que supuestamente se
quieren mucho encerrados en 3 metros cuadrados sin dirigirse la palabra,
ignorándose mutuamente. Que mundo estamos haciendo? Yo también tengo
dos hijos que de momento me hablan y se ríen de lo que les cuento, pero
el miedo ha empezado a acecharme desde entonces porque a ellos también
les gusta la música!
Estoy quizá muy sensibilizado porque este mes he realizado trabajos de investigación en varios frentes.
Experimento numero 1:
mis 93 alumnos de marketing tenían que hacer 3 encuestas cada uno a
tres personas en cuanto salieran de un taxi. Primera pregunta: conducía
un hombre o una mujer? Segunda: con o sin bigote? (también es valida
para conductoras!). Tercera: con gafas o sin?, cuarta: color de su
vestimenta?, ultima pregunta: como se llamaba? Los porcentajes de
respuestas acertadas eran, por este orden, 97, 21, 16, 18 y 0%. El resto
de respuestas fueron "no me he fijado o no lo se". Increíble!! De una
muestra de 300 personas casi, 10 no saben si conducía un hombre o una
mujer! La inmensa mayoría no sabían si tenia bigote, gafas, el color de
su camisa y nadie, nadie, se fijo en su nombre que consta en la licencia
que esta a la vista del cliente. Conclusión: conducía un bulto peludo
con patas, brazos y orejas.
Experimento numero 2:
subo a un autobús y cuento el numero de personas, 32. De ellas, solo
hay dos que conversan, el resto se ignora. Alguien sube en una parada,
ni mira al conductor y se sienta sin ni siquiera decir "buenas tardes" a
la persona que tiene sentada a su derecha con la que se toca pantalón
con pantalón (por cierto, rápidamente separa su pierna y hace un gesto
como si limpiara su pantalón). Un extraterrestre desde fuera observaría a
32 seres humanos encerrados en una caja que no se dirigen ni una sola
palabra. Conclusión: el conductor del autobús es un bulto peludo con
patas que conduce, las personas del autobús son bultos peludos con patas
que uno esquiva hasta llegar a un asiento donde unos se sienta junto a
otro bulto peludo con patas.
Experimento numero 3:
salgo de casa en moto con mi hijo mayor y saludo a una vecina que pasa
cerca de nosotros. Con cierta sensación de ridículo me quedo con la mano
levantada sin recibir respuesta alguna de mi vecina pero si de mi hijo:
"eres un pringado". Conclusión: mi vecina habrá visto dos bultos con
patas, uno mas peludo que otro, encima de una moto.
Experimento numero 4:
en un curso de formación que impartía a directivos de una empresa
multinacional se me ocurre preguntar quien sabe el nombre de la señora
que esta junto a la puerta de entrada de la empresa. Levantan la mano 3
personas y otro contesta que es "la segurata". El que menos, llevaba 9
años entrando cada día por la misma puerta. Conclusión: al entrar debían
ver un bulto con pelo largo y patas detrás de un mostrador.
Experimento numero 5:
le pido a Marga, que así se llama el bulto con pelo largo, que me deje
sentar un rato en su silla. Ver el mundo desde esa perspectiva es
inquietante. Lo que debe sentir ella viendo pasar tantas personas por
delante sin que la miren siquiera! Cuando alguien le de los buenos días y
le llame por su nombre se puede caer de la silla del susto!!
Penúltimo experimento:
entro en un centro comercial y me paso 15 minutos dentro del ascensor
subiendo y bajando. Decido no saludar a nadie si antes no me saludan.
Cuento 27 encuentros con personas, 54 momentos en total de entrada y
salida del ascensor. Mentalmente llevo la estadística: 7 "buenos días,
hasta luego, etc.", 4 que gesticulan con la cabeza y 16 que no me dicen
nada y que me confunden con un bulto peludo con patas que decora el
ascensor!
Ultimo experimento:
subo al autobús que hace el recorrido entre Ordino y Andorra la Vella
un sábado. Somos 8 personas en el autobús, al final del recorrido que
dura 12 minutos hemos mantenido conversaciones con 5 de estas 8
personas.
Una
observación que podría ser objeto de otro experimento: en Ordino, que
es donde paso casi todos los fines de semana y es mi paraíso particular,
la distancia entre mi casa y la iglesia se recorre en 3 minutos y 14
segundos. Sin embargo, tenemos que salir una hora antes de casa si
queremos llegar a Misa porque en el corto trayecto nos encontramos con
personas que saben nuestro nombre, donde vivimos, que somos del Barça,
que nos dan conversación y que les encanta hablar con otros seres
humanos. En Barcelona, la iglesia esta a 3 minutos de casa, nos cruzamos
en el trayecto con el triple de personas que en Ordino pero salimos 3
minutos y 10 segundos antes de que empiece la Misa y siempre llegamos
sobrados de tiempo!
Conclusión:
los pueblos muy pequeños son el ultimo reducto de un mundo cada vez mas
inhumano, donde el portero de casa es un bulto que nos deja las cartas,
el camarero es un bulto que nos pone el café, el vecino es un bulto que
ayuda a pagar los gastos comunitarios, el kioskero es un bulto que nos
da el periódico y la señorita que esta en el supermercado es un bulto
expendedor de bolsas de plástico.
Ninguno
de nosotros va a cambiar la sociedad en la que vivimos. Con mis alumnos
discutíamos el otro día el objetivo de la ONU de acabar con el hambre
en 2015. Alguien se quejaba de lo que gastan en armas algunos países,
otro de que no se aportaba el 0,7 del PIB, etc. En un momento del
debate, como los vi tan afectados por el problema, pregunte quien había
llevado una bolsa de comida al banco de alimentos de la ciudad. Nadie
levanto la mano, que pena, porque mas allá de discursos grandilocuentes,
eso si que esta en nuestras manos. Por eso, mas que quejarnos de lo
inhumanos que somos muchas veces, de como se ha vuelto el mundo, podemos
decidir como tratamos a los bultos con los que cada día interactuamos,
podemos controlar nuestros 2 metros cuadrados. Decidir adoptar, con
todas las personas que entren en contacto con nosotros, alguna de las
siguientes virtudes de las relaciones humanas:
• sonreír
• dedicar unas palabras amables
• escuchar
• ser tolerante
• ser paciente
• utilizar su nombre
• ser humilde
• aprender a perdonar
• pedir perdón
• dar las gracias
• ver el lado bueno que todo el mundo tiene
• descubrir sus gustos y tratar de satisfacerlos
• no criticar
• hacer sentir importantes a los demás
• rezar por ellos
• hacer favores
• dar sorpresas agradables
• alabar las cosas positivas que hacen
• no discutir
• no imponer nuestro punto de vista ni ser arrogantes
• ser compasivo
• felicitarles en el día de su cumpleaños
• no perder los nervios
• aguantar con alegría a las personas que nos parecen mas pesadas
• ser justos y honestos
• tratar igual de bien a todos, a los mas importantes y a los que consideramos menos importantes
• tratar de hacer la vida agradable a los demás
• no guardar lo peor de nosotros para las personas que mas queremos
De
este modo, si cada uno decide asegurar la "humanidad" mas amable en sus
2 metros cuadrados, quizá entre muchos cambiemos unos cuantos de
cientos de metros cuadrados. Y de paso, seremos mucho mas felices porque
paradójicamente, seremos nosotros mismos los que nos sentiremos mucho
mejor al mismo tiempo que hacemos la vida mas agradable a los demás.
Estamos en este mundo para ayudarnos, apoyarnos y alegrarnos esta
estancia unos a otros mientras dure.