Existen tres grandes ingredientes que garantizan una continuidad feliz de la pareja y que han de estar en un cierto equilibrio: el proyecto, la amistad y el sexo. Los ingredientes anteriores actúan cuando la química del enamoramiento nos deja espacio para pensar con algo más de claridad. No olvidemos que cuando nos enamoramos, caemos en una “ceguera transitoria” hacia la otra persona. Le vemos maravilloso o maravillosa, nos parece que la relación puede ser eterna y podemos llegar a tomar decisiones que cambien nuestra vida. El gran responsable es nuestro cerebro y la química en la que entramos, donde la dopamina es la protagonista invitada. Gracias a ella, nos sentimos plenos, eufóricos, muy optimistas y con una sensación de felicidad desbordante, como ha demostrado Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers en Estados Unidos. Sin embargo, dicho estado va evolucionando hacia formatos más estables, menos intensos y posiblemente más profundos en el autoconocimiento y conocimiento sincero del otro. Es en ese instante cuando el proyecto, la amistad y el sexo entran en escena con más fuerza de un modo equilibrado. Si uno de los anteriores falla, la pareja se desestabiliza; o si alguno tiene demasiada importancia, también puede ser difícil una continuidad satisfactoria. Veamos cada uno de ellos con algo más de detalle.
El proyecto se refiere a los sueños compartidos a largo y corto plazo. En este apartado se incluyen los deseos de cada uno, si se quiere tener hijos, vivir en la playa o en la montaña o recorrer de la mano los casi doscientos países que tiene el mundo. Para que el proyecto tenga fuerza es necesario que sea de los dos, que no se base en el sueño de uno solo y en el sacrificio del otro. Esta última decisión acaba minando la relación a medio plazo de quien ha cedido una y otra vez. Ahora bien, como la estabilidad feliz se basa en el equilibrio de los otros ingredientes resulta igual de preocupante cuando solo existe proyecto o cuando hay una ausencia absoluta. Aunque no puedo apoyarme en datos estadísticos, parece que el mal de muchas parejas de años está en que su único sentido de permanecer juntos es el proyecto (y, posiblemente, la ausencia de recursos para separarse, porque no es de extrañar que en épocas de crisis los divorcios desciendan). Este tipo de parejas son aquellas que pudieron comenzar con mucha intensidad, pero que los años han ido consumiendo la pasión. Una de las frases preferidas es: “estoy con él o con ella por mis hijos”. Eso significa estabilidad, pero no necesariamente feliz. Quien lo sufre mantiene fantasías (o realidades) con otras personas o con otras opciones vitales, como la añoranza de la soltería o de aquella otra relación que quedó en la parte amable de la memoria.
En el polo opuesto están las parejas donde no existe proyecto alguno y tienen la sensación de convertirse en un barco sin rumbo, lo que resulta muy desgastante a medio plazo si uno de ellos quiere vivir algo diferente. Es en ese momento donde se abre la veda de los reproches y quizá de las decisiones de agradar al otro a un precio personal a medio plazo… Ya lo hemos dicho: cuidado con los sacrificios a costa de uno mismo.
La amistad es el segundo eje que aporta serenidad y fuerza a la pareja. Que él o ella sea un gran amigo aporta muchísima riqueza a la relación. Cuando alguien lo experimenta, las conversaciones cómplices pueden ser profundamente adictivas. La persona se llega a convertir en una maravillosa referencia o incluso, en alguien con quien se reflexiona cada una de las decisiones importantes a tomar. Como en el caso anterior, hay tipos de parejas que se caracterizan por exceso o por absoluto defecto de la amistad. En el primer caso, se enmarcan aquellas relaciones donde son amigos pero en las que ni hay intención de compromiso a un proyecto común ni pasión. Suelen ser difíciles de romper, ya que la amistad se basa en un tipo de amor y la ausencia del otro genera mucha tristeza. Sin embargo, son relaciones neutras, sin ilusión intensa por el mañana o por la intimidad. Es posible que llegado a cierta edad sea el gran ingrediente, porque muchos proyectos a largo plazo están ya cumplidos y el sexo ha quedado relegado. Sin embargo, si no se está en esa edad, la amistad por sí sola no garantiza una estabilidad feliz porque falta mirar hacia el futuro y la chispa de un presente.
Las parejas sin amistad tampoco son recomendables. Su ausencia genera entornos donde el otro puede ser un extraño o extraña con el que se comparte proyectos y quizá, un buen sexo, pero las decisiones importantes son consultadas a otras personas. Cuando esto ocurre, las relaciones son más metálicas, más frías y, por ende, menos satisfactorias.
El sexo aporta la pasión y la intensidad, además de muchas hormonas que nos hacen sentirnos bien, como la oxitocina. Cuando estamos en pleno proceso de conquista, el sexo tiene una intensidad desbordante. Según Fisher, en el caso de los hombres la atracción sexual se alimenta de la vista y en el caso de las mujeres, del oído. El sexo, además, puede ser la puerta de entrada para el amor romántico. Mientras que la atracción sexual no entiende necesariamente de exclusividades, el mundo de la pareja se suele apoyar en modelos más cerrados (aunque, por supuesto, hay excepciones).
Cuando el sexo es el gran ingrediente y no existe proyecto ni amistad, la pareja tiene fecha de caducidad. Será algo divertido, posiblemente memorable, pero es difícil que continúe durante muchos años en un formato de pareja. Quizá esto le suceda a muchas relaciones que comienzan atraídas mutuamente, pero que llegado un momento se encuentran con que no hay muchos ingredientes más que los una. Sin embargo, cuando el sexo está ausente (y no hablamos de determinadas edades), es un síntoma de hastío. Se puede estar por el proyecto o por la complicidad de la amistad, pero la frialdad de la cama acaba minando la ilusión y dejando una puerta de entrada para otras miradas u otros susurros.
En definitiva, la estabilidad que hace feliz a la pareja depende de muchas cosas: de nuestros sueños, nuestros valores, lo que hemos visto en nuestra familia y de los procesos de cambio en cada persona que se embarca. Sin embargo, el proyecto, la amistad y el sexo son tres ingredientes capitales que ayudan a que vivamos el amor en la pareja de un modo más pleno y continuado en el tiempo… Y en tu caso, ¿cómo es tu pareja o cómo lo ha sido?
Fuente: elpais
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