Confundimos muchas veces el amor con la dependencia. Dejarlo
todo por el otro nos parece un acto de amor y de generosidad. Y en
ocasiones, es cierto no queda más remedio que tomar esta decisión.
Ejemplo de ellos son las familias en las que se propone un traslado de
país a uno de los miembros que implica renunciar al trabajo de la otra
parte de la pareja. O profesiones como la de entrenadores y futbolistas,
con las que el lugar de residencia nunca es fijo y tu pareja anda a
remolque de tu lugar de trabajo.
En estos casos se entiende,
siempre y cuando el otro acceda. La pareja decide priorizar la unión de
la familia y mantenerse físicamente unidos. Estas situaciones suelen
tener una temporalidad. Llegada la retirada o finalizado el proyecto por
el que alguien había sido destinado a otro país, la familia vuelve a un
lugar en el que echa raíces y en el que la otra parte puede volver a
desarrollarse profesionalmente.
Pero esto no es dependencia, esto
son valores familiares y prioridades que la familia decide tener.
Hablamos de dependencia cuando decides comportarte y hacer lo que la
otra persona te pide, aun no estando tú de acuerdo, por miedo a perder a
la persona amada. Porque con esa persona lo eres todo, y sin ella no
eres nada.
La persona dependiente muchas veces se ve sin recursos
ante las exigencias de su pareja, que viendo la debilidad, se
aprovecha. Muchos son los hombres y mujeres que verbalizan frases como
"si me quisieras de verdad (¡como si se pudiera querer de mentira!)
dejarías tu trabajo y te vendrías conmigo", "si de verdad me amas no sé
qué duda tienes con que nos casemos ya", "si tanto me quieres, te
quedarías conmigo esta noche y no saldrías con tus amigos/as", y un
largo etcétera. La persona dependiente o insegura llega incluso a
cuestionarse su capacidad y calidad para amar, porque alguien le está
diciendo que no hacer lo que le pide significa no querer lo suficiente.
¿A qué no deberías renunciar por estar en pareja?
Muchas parejas sugieren, piden o exigen que veas menos a tus amigos
para pasar más tiempo juntos. ¿Qué romántico, verdad? Pues no lo es.
Entiendo que si a tu pareja la ves una hora a la semana, te pueda pedir
más momentos. Pero si lo que trata es de utilizar el tiempo que estáis
juntos como chantaje emocional para separarte de personas importantes en
tu vida con las que disfrutas, no cedas. Y si te hace comentarios del
tipo, "es que viéndonos tan poco esto no va a ningún puerto", pues habrá
que contestarle que hay barcos que naufragan y que tampoco pasa nada.
El tiempo en pareja tiene que ser de calidad y el que los dos, repito,
los dos, decidáis compartir. Estar más tiempo juntos no asegura una
mejor convivencia, ni más respeto y más diversión. Y mucho menos cuando
implica una renuncia de algo tan importante como es el pilar de la
amistad. Tiene que haber tiempo para todo.
Estar solo, tener tu tiempo, poder leer tranquilo, practicar tus
aficiones, etc. Hay parejas a las que les gusta verse la cara las 24
horas del día. Si es una decisión mutua, es completamente respetable. El
problema es cuando uno de los dos necesita practicar aficiones solo,
estar solo o dedicarse a contemplar el silencio, y la otra parte lo ve
como "si prefieres estar solo a estar conmigo, eso dice mucho de tu
compromiso". No te dejes manipular. Tienes derecho a tus ratos y a
disfrutarlos sin que te estén matraqueando con "así me quieres menos". Y
ten cuidado con ceder en este tema. Porque una vez que sientas
precedentes, es difícil echarte atrás.
La familia puede ser una fuente de conflicto. O por defecto o por
exceso. Hay personas que necesitan ver a sus padres todos los días o
comer con ellos los fines de semana. Y otras personas que son capaces de
mantener relaciones emocionalmente estrechas con su familia sin tener
que verse con tanta frecuencia. Ni podemos obligar a la pareja a que
asista a todos los actos sociales si no le apetece, ni podemos pedir al
otro que deje de asistir a ellos. El respeto en este tipo de decisiones
asegura parte del éxito en la pareja. No es agradable estar en una
comida obligado, sin sintonía con la familia política y con la mente
pensando en "qué a gusto estaría yo ahora leyendo un libro en mi casa".
Trata de llegar a un pacto con tu pareja y decidir a qué tipo de eventos
o comidas asistir y con qué frecuencia, y así no tendréis que discutir
cada semana con el famoso "anda, acompáñame, qué te cuesta, si total,
son dos horillas". Este tipo de reproches terminan envenenándose y
acabando con comentarios categóricos del tipo "nunca haces nada por mí" y
la otra parte lanzando dardos envenenados: "es que no soporto a la
pesada de tu madre que quiere saberlo todo".
salvo que como familia valoréis que el motivo por el que lo dejas es
positivo para todos y tú decidas hacerlo. Si tu pareja te dice que le
dedicas poco tiempo, que trabajas mucho en la calle, que viajas
demasiado, y que por qué no coges un trabajo a media jornada, y tú no lo
deseas, dile que no. Que para ti es tan importante tu desarrollo
profesional como el desarrollo de vuestra pareja. Nadie puede pedirte
que decidas entre la pareja y el trabajo. Ambos son compatibles. Lo que
sí debes cuidar es el tiempo que dedicas al trabajo cuando ese tiempo es
tiempo de la pareja. Por ejemplo: muchas son las personas que contestan
correos mientras están en la cama, viendo la televisión con la familia o
incluso comiendo. Ni Juan, ni Juanillo. Tenemos que tratar de estar
presentes. Significa que cuando trabajas, piensas en trabajar, y cuando
estás en tu casa, disfrutas de las actividades en familia.
Tu forma de vestir te define, y es algo que has elegido libremente.
Está relacionado con tu identidad, con cómo te presentas a los demás,
cómo te gusta verte y cómo deseas que los demás te veamos. Eres libre
para ir recatada, sexy, exagerada, modosita, con tacones o con
zapatillas. Eres libre de maquillarte y de no hacerlo, de ser
sofisticada o natural. Eres libre. Puede que a tu pareja no le guste tu
manera de arreglarte, y tú puedes decidir si en algún momento especial,
como puede ser asistir a la boda de tu cuñado, adaptarte un poco a su
estilo y complacerle para un evento determinado. Pero no puedes
renunciar a tu manera de vestirte porque otra persona te lo exija. Tú
eres valioso o valiosa por tus valores, por tu forma de ser y por el
simple hecho de existir. La aprobación de otra persona no puede depender
de cómo te vea por fuera. Y si es así, ya es una criba para saber que
esa persona no te acepta tal y como eres.
- A tu forma de ser, de reír, de expresarte.
He llegado a escuchar a parejas en la consulta hacerse comentarios del
tipo "es que es muy simpática y coquetea con todo el mundo, y claro, los
hombres se confunden". Los limites los marcas tú, no te los marca
nadie. Ser simpátic@ no es sinónimo de querer ligar con otras personas.
Es una forma de comportarse que, además, se agradece.
Si crees que te han devuelto de más en una tienda y tu pareja te dice
"no digas nada, si se equivocan, allá ellos" y tú crees que es poco
honrado, actúa según lo que tú determinas que está bien. Los valores son
claves en una pareja. Puede que no compartas la forma de vestir o el
tipo de aficiones, pero como exista disonancia en la escala de valores,
la pareja tendrá muchas dificultades para mantenerse en pie. Los valores
rigen nuestra vida, nos dicen lo que podemos hacer y lo que no. Y nos
cuesta mucho convivir con personas con valores distintos a los nuestros.
Elige a tu pareja porque la ames, pero busca a alguien similar en este
aspecto. El amor al principio es ciego y pensamos que el otro cambiará
porque nos ama. Pero en el tema de valores, la gente no suele cambiar. Y
es muy difícil convivir con esta diferencia. No seas quien no eres
ni representes un papel para ser aceptado y querido por tu pareja. Es
mucho más sencillo ser tú mismo y que aparezca en tu vida quien te
valore tal y como eres. Busca un compañero para el camino, no alguien
que te exija dejarlo todo.
Fuente:
huffingtonpost
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