El partido de fútbol había sido duro, estaban jugando la final y los ánimos estaban encrespados. Javi le hizo una entrada muy dura a Carlos, al final acabaron los dos enfadados. Al día siguiente, en clase, seguían sin hablarse. Cuando salían al recreo alguien, sin querer, movió la mesa de Javi y sus libros cayeron al suelo. Ya se habían ido todos, solo quedaba Carlos en clase. Antes de salir recogió todos los libros de Javi y se los ordenó en la mesa. El profesor le dijo:
- Pero ¿tú no estabas enfadado con Javi?
- Sí profe, pero que estemos enfadados no significa que no seamos amigos.
Cuando se habla de las virtudes de los niños, siempre se destaca la nobleza como una de ellas. A veces, los mayores cuando estamos enfadados nos cuesta perdonar, nos cuesta hacer cosas por la persona que nos ha ofendido. Sin embargo, los niños nos enseñan que la amistad es algo que está muy por encima de las "tonterías" del día a día, y que, aunque haya roces, siempre hay motivos más importantes para hacer cosas por los demás.
Fuente: Una tiza
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